miércoles, mayo 24, 2006

PENA DE INFINITO



La muerte, su idea
nos perpetuó el ansia
de una memoria a largo plazo
por terror a librarnos del sol y nuestros nombres.

La ansiamos, lloviendo voluntades para no agotarla
sobre el drama del insomnio
y la película de Dios.

-Alucinación del infinito
en la animita del tiempo-.

Y nos hicimos esclavos
de la antonomasia de la vida,
de la aspirina del sueño y del reencuentro,
despotricando de absolutos
a falta de imposibles,
perdiéndonos de esta idea de lluvias y ficciones
para encontrarnos, ineludibles
en el antiparaíso de sus aguas:
el retorno eterno del desconsuelo.

-Otra alucinación del tiempo
en la tragedia del infinito-.

Pero no hubo huida ni aflicción
en el ayuno de mañanas sin averno;
el piso es resbaloso a la entrada del final.
De igual forma nos dormimos
entre tanto llanto y alucinamiento
sin despertarnos a tiempo
para el réclame del cielo sin olimpo
y por lo mismo sin dolor.

El Telos displicente
siempre olvida nuestros nombres
y el sol de medio día.

viernes, mayo 12, 2006

UN PRETEXTO: EL PATRIMONIO



“La poesía es la llave que nadie ha perdido”
Elicura Chihuailaf

Al pensar, a priori, en el patrimonio cultural de alguna nación o ciudad, se me vienen a la mente elementos y conceptos vinculados con valoraciones, creencias y apreciaciones del mundo necesarias para mantener un orden y armonía entre los habitantes de aquellos espacios. Pero, aunque sí bien son necesarias y están destinadas a crear un ánimo de apropiación y sentido de pertenencia de las subjetividades hacia un mismo elemento en común, no pasan de ser - y hablando desde el entendido clásico de esta concepción – instancias de valoración intencionadas, debido a que están trás ellas perversos juegos de poder y hegemonía, que las crean, determinando las valoraciones que tendrán a futuro en el resto de la comunidad.
Han sido transmitidos por la tradición y creados por conveniencia política, elementos, no sólo contemplativos o admirativos de la imagen nacional, “para bien de la población”, sino que incluso, aquellos que conducen a un fanatismo social frente a una idea de patria a proteger, lo que va generando hostilidades - o reciprocidades en el mejor de los casos- con nuestros vecinos continentales. Por esto la imagen de patrimonio que clásicamente entendemos, se vincula a materialidades o simbolismos intransgredibles, poco lúdicos y serios de tratar en todo momento. Nadie se atrevería a ser una versión rock o reggetón de la canción nacional, a invertir los colores de la bandera por antojo o experimento, a decorar la estatua de Andrés Bello de enfrente a “la Chile” o a entrar con globos y cornetas a la “fiesta” del museo de arte precolombino. En todo ello impera una incómoda respetuosidad, que vuelve solemne, y de seguida, poco aprehensible el exquisito mundo cultural que aún nos va quedando.
Creo – y con esto siendo muy autorreferente en cuanto a mi disciplina- que la labor de los profesores de Historia y Ciencias Sociales, es imprescindible para cambiar esta imagen agotada y “fome” del patrimonio nacional y cultural del país, conciliando tal concepto, no sólo con representaciones macro nacionales, que evidencien a los sujetos sólo como pequeñas aristas de un modelo tradicional a seguir reproduciendo, sino que lo identifiquen con su entorno más personal y cotidiano, para hacerlo así mayormente accesible y significativo.
El contexto habitual de cada sujeto, le permite otorgar valoraciones, significados, prejuicios específicos a ciertos paisajes, a modos de representación y comunicación del mundo, también a hostilidades e indiferencias frente a otros sujetos o situaciones; lo cual es necesario develar para configurar una idea de patrimonio, que sin estar fuera de lo nacional, se encamine a descentrar lo ya clásicamente aclarado, y contribuya en la resignificación histórica a partir de los contextos locales de cada sujeto (que se vean a sí mismos como parte de la história y la cultura).
Así, logrando esto, la imagen del museo, la importancia de la poesía, el arte y la cultura en general sufrirán un necesario replanteamiento en aquellas subjetividades, otorgándoles una nueva identificación; ahora en imágenes, discursos o emociones, entendidas como el producto y el reflejo de sus experiencias y de las del resto de los sujetos nacionales.
Humberto Maturana mencionó: “No hay que ver para creer, sino que creer para ver”. Lo que nos obliga a concibir al hombre como sujeto, cargado de contenidos y apreciaciones no inocentes de la realidad que emerge. Por muy segregado socialmente que se encuentre su pensar nunca se encontrará en blanco, limpio de alguna consideración sobre el mundo sino que por el contrario, cargado de prejuicios (estos no entendidos peyorativamente) los cuales los conducen a construir una mirada parcial de la realidad, la que es necesario develar en los discursos u opiniones -la historia oral como es llamada ahora- para extender la práctica y el reconocimiento cultural hacia muchas más voces.
Es esto, por lo menos, lo que nos conviene creer a nosotros, “los profes”.
(Imposible es una práctica educativa basada en la desesperanza y subestimación del sujeto).

miércoles, mayo 10, 2006

¿Cuándo el cuerpo es más natural, vestido o desnudo?

Según Mario Perinola (1991) existen dos consideraciones históricas opuestas que el hombre ha tenido con el cuerpo, donde se pone en juego la naturalidad o no de este, las que se expresan en la tradición judía y la tradición griega.
En la primera es el cuerpo vestido el que constituye la naturalidad del hombre. El ropaje le confiere el ser en cuanto lo diferencia de los animales y le otorga su dignidad, siendo la desnudez percibida como negativa, vergonzosa e indigna, como una falta de “algo” que se debiera tener.
En la tradición griega por otra parte, es la experiencia de la desnudez la que se expresa como ideal ético y estético (era lo que los distinguía de los demás pueblos). Acá la figura humana desnuda deja de ser lo vergonzoso o indigno pasando a adquirir un valor religioso, que le otorga a la claridad y transparencia del ver un papel determinante.
Con Platón la concepción de verdad como exactitud de la mirada, adquiere la significancia en la desnudez; alcanzar la verdad, quitarle el velo.
Existe pues, un tránsito entre las vestiduras y la desnudez, entre lo visible y lo invisible; el erotismo. Es este “entre” que no excluye ni la vestimenta destinada a la salvación, ni el desnudo consagrado a la perdición, el que revelaría la real designación del concepto griego de “verdad” (aletheia), que según Heidigger, sobrepasa el significado griego de exactitud en la mirada, afirmando que es esa negación (a-letheia) la que haría que el concepto denotara tanto una ocultación como un desvelamiento. Por lo tanto, la “verdad” griega no sólo implicaría la predominancia de la desnudez, sino un trayecto, un tránsito entre esconder y desvelar.
La respuesta de que si la naturalidad del cuerpo se da en el vestido o el desnudo, quizás podría encontrarse en este “entre”, el cual sería el rompimiento de la jerarquía y la exclusión entre un cuerpo desnudo y otro arropado, ya que ambas tradiciones son convenciones metafísicas, según Perinola, donde esta rígida dualidad no posibilita un tránsito, y por ende una verdad que conlleve su real significado etimológico.
Sin embargo, considero que hay un mayor sentido en afirmar que no existe una relación natural inmediata con el cuerpo, que este es siempre una mediación cultural e histórica con la cual nos relacionamos con el mundo. El cuerpo es una conciencia circunscrita en un tiempo y un espacio, a través de la cual tenemos representaciones del mundo que nos afecta. Con esto, la tradición que afirma que las vestimentas constituyen la naturalidad del cuerpo, es propicia, por ser estas una construcción cultural que se naturaliza, pero hay reproches hacia ella, al concebir a la desnudez como una instancia que se debe de castigar o maldecir.
Entonces, la naturalidad del cuerpo no constituye un punto de partida, sino que hacia donde se llega luego de un disciplinamiento cultural e histórico.

Pintura: "Apocalipsis" El Greco.

domingo, mayo 07, 2006

¿Cuál o cuales serían las razones que ocasionarían la tan extendida práctica poética en Chile?

Comentarios necesarios para reconocer y luego fijar las variables de la poética Chilena. Necesito construir una nueva geografía de Chile a partir de la metamorfosis del discurso poético.